San Bernardo: ¿El nuevo Bronx de Bogotá? Una radiografía urbana de abandono, exclusión y violencia estructural

MENTEFUCK

Iván Garavito

7/3/20252 min read

Bogotá parece condenada a repetir su historia. Después de la intervención del tristemente célebre “Bronx” en 2016, la ciudad creyó haber erradicado un símbolo del crimen, la miseria y el olvido institucional. Sin embargo, a menos de dos kilómetros de allí, el barrio San Bernardo está reproduciendo, con alarmante similitud, la misma realidad que las autoridades prometieron no permitir de nuevo. La pregunta que muchos se hacen hoy es inevitable: ¿San Bernardo es el nuevo Bronx?

San Bernardo, ubicado en el centro de la ciudad, es un barrio que ha sido sistemáticamente abandonado. Años de promesas incumplidas, de desalojos mal ejecutados y de políticas públicas desconectadas de la realidad social, lo han transformado en un caldo de cultivo para el microtráfico, la violencia y la indigencia. Donde antes existía un tejido social (débil pero existente) ahora hay calles donde la presencia del Estado es casi nula y el poder lo ejercen estructuras criminales informales.

Los habitantes de San Bernardo conviven a diario con escenas dantescas: consumo de drogas a cielo abierto, riñas constantes, presencia de menores de edad en situaciones de explotación y pobreza extrema. La venta y el consumo de basuco, heroína y otras sustancias han vuelto a convertirse en el paisaje cotidiano. Como ocurrió con el Bronx, el barrio ha caído en una espiral de deterioro que, más allá de los síntomas, revela una enfermedad estructural: la exclusión social.

Lo más preocupante es que la respuesta de las autoridades ha sido, una vez más, tardía y reactiva. Se prioriza el maquillaje urbano (muros coloridos, patrullajes esporádicos, anuncios de renovación urbana) en lugar de un enfoque integral que combine seguridad, salud pública, vivienda digna y oportunidades reales para quienes habitan estos territorios. Mientras tanto, los grupos delincuenciales aprovechan el vacío institucional para tomar el control.

San Bernardo no nació como el Bronx, pero lo están dejando morir igual. La historia parece repetirse porque no se atacan las raíces del problema: la desigualdad, la falta de oportunidades para los jóvenes, la criminalización de la pobreza, la ausencia de redes de cuidado y prevención. Si el Estado no cambia de estrategia, lo que ocurrió en el Bronx no será una excepción, sino un modelo que se replica con nuevos nombres y las mismas tragedias.

Este no es solo un llamado de alerta. Es un clamor para que se aborde con seriedad una situación que ya es crítica. San Bernardo aún tiene salida, pero necesita una intervención que vaya más allá de las fuerzas del orden. Necesita presencia social, inversión real, atención humana. De lo contrario, Bogotá no estará enfrentando una crisis, sino perpetuando una.

Porque si San Bernardo ya se parece al Bronx, la culpa no es del barrio: es de quienes, pudiendo hacer algo distinto, deciden mirar hacia otro lado.