Colombia 2026: ¿una elección sin rumbo o una oportunidad de reinvención?
MENTEFUCK
Iván Garavito
6/5/20252 min read


A poco menos de un año de las elecciones presidenciales de 2026, Colombia se enfrenta a un escenario político fragmentado, desordenado y, en muchos sentidos, desconectado de las verdaderas preocupaciones de la ciudadanía. La creciente lista de precandidatos, muchos de ellos surgidos por fuera de las estructuras partidistas tradicionales, revela un país harto de los mismos discursos, pero aún sin una propuesta clara y convincente sobre hacia dónde debe ir.
El fenómeno de las candidaturas independientes ha ganado fuerza. Claudia López, exalcaldesa de Bogotá, ha lanzado su movimiento “Imparables”, marcando distancia con el petrismo y con sus antiguos aliados del Partido Verde. En sus intervenciones ha sido crítica del gobierno actual, especialmente en temas como el metro de Bogotá, donde ha hecho énfasis en la necesidad de mantener la autonomía regional frente a las decisiones del Ejecutivo. Su tono es confrontacional, su discurso ambicioso, pero ¿logrará traducir ese estilo en una visión unificadora para un país polarizado?
Por otro lado, sorprende la entrada a la contienda de figuras ajenas al ejercicio político tradicional, como la periodista Vicky Dávila. Su decisión de dejar la Revista Semana para lanzarse al ruedo presidencial ha generado revuelo. Su narrativa, centrada en la denuncia y el señalamiento, puede ser atractiva para quienes buscan una voz dura contra el gobierno, pero aún no está claro si cuenta con propuestas estructurales o si su campaña se limitará a una cruzada mediática.
En el oficialismo, nombres como Gustavo Bolívar suenan con fuerza. Su cercanía con el presidente Petro lo posiciona como el candidato natural del Pacto Histórico, aunque su perfil genera dudas sobre su capacidad para ampliar la base electoral del progresismo. Si el petrismo no logra renovar su discurso y responder con resultados concretos a las promesas incumplidas del actual gobierno, su continuidad estará seriamente comprometida.
Del lado de la oposición tradicional, Germán Vargas Lleras ha retomado protagonismo con un llamado a la unidad entre los sectores no afines al gobierno. No obstante, su figura sigue siendo percibida por muchos como representante del “establishment”, un lastre en tiempos donde lo antipolítico gana terreno.
Las encuestas, por ahora, revelan un electorado sin un favorito claro: Sergio Fajardo lidera con poco más del 15%, seguido por Claudia López, Vargas Lleras, Dávila y Bolívar en porcentajes que no superan el 10%. Esto no solo refleja una dispersión del voto, sino también una enorme desconfianza en los liderazgos actuales.
La gran pregunta es: ¿qué está buscando realmente Colombia en 2026? ¿Un gestor técnico, un reformador radical, una figura antisistema? Lo cierto es que el país necesita algo más que una cara nueva o una voz indignada. Necesita un proyecto de nación, una hoja de ruta realista que enfrente los problemas estructurales: inseguridad, desigualdad, corrupción, desempleo y polarización.
Hoy, más que nunca, el próximo presidente o presidenta no puede limitarse a ganar por descarte o por ser el “menos malo”. Colombia no puede seguir eligiendo por reacción. Necesita un liderazgo que una, que escuche, que construya desde las diferencias. Que no busque imponer, sino inspirar. ¿Habrá alguien entre los candidatos actuales que entienda ese reto? ¿O seguiremos condenados a elegir entre extremos mientras el centro se diluye y los problemas se agudizan?
El 2026 puede ser una oportunidad histórica. O puede ser otro capítulo más de lo mismo. La decisión está en manos de todos.